Por: Fernando Calamari
La Revolución Industrial surgida en Inglaterra a mediados del siglo XVIII dio origen a la clase trabajadora, definida como el grupo de la sociedad que trabajaba en fábricas a cambio del salario. Se agregaron a estos, aquellos que se desempeñaban en otras actividades económicas y estatales remuneradas.
Los avances tecnológicos y el incremento del poder de los países industrializados fueron prósperos, pero para construir esta riqueza se aprovechó la explotación de los trabajadores, principalmente de las fábricas.
Sus pésimas remuneraciones, la mala calidad de vida y la ausencia de derechos lo condenaron a la esclavitud moderna. Para sobrevivir, tenía que trabajar la esposa y los hijos en extensas jornadas de 12 y 14 horas. Los problemas de alcoholismo, desnutrición, tuberculosis y prostitución caracterizaron los paupérrimos barrios obreros de la Europa industrializada.
Como consecuencia, los trabajadores se fueron organizando paulatinamente en gremios para defender sus derechos, pero sufrieron la represión del Estado, en alianza con la burguesía -dueña del capital y de las industrias-, para defender los privilegios de esta.
Paralelamente, surgieron ideas políticas que apoyaban a los trabajadores, como el anarquismo, el socialismo, el sindicalismo y el comunismo. La superpoblación y la falta de trabajo expulso a miles de personas del viejo continente. Muchas de ellas buscaron un mejor futuro en las tierras americanas.
Fue en uno de estos países, precisamente en Estados Unidos, en donde surgió la conmemoración del día del trabajador. Esto ocurrió porque se realizó una huelga nacional en 1886 que pedía que los empresarios cumplieran con la ley que establecía la jornada laboral de 8 horas.
En una fábrica de Chicago ocurrieron incidentes entre trabajadores y policías. La gresca fue violenta y trágica porque algunos manifestantes dispararon a los agentes de seguridad y estos mataron a obreros. Además, del primer grupo se arrojó una bomba al segundo.
A raíz de estos disturbios, se detuvieron y condenaron con distintas penas a empleados, desde algunos años de prisión, cadena perpetua y hasta morir ahorcados. Cinco fueron ejecutados sin haberse encontrado pruebas de culpabilidad del atentado.
El juicio fue una impostura porque la cuestión de fondo era dar castigo ejemplar a aquellos que se oponían a la explotación del capitalismo y evitar modelos políticos alternativos al vigente. Los encarcelados eran anarquistas y comunistas. Por estos asesinatos se los llamó los “mártires de Chicago”.
Aquél hecho fortaleció al movimiento obrero mundial y profundizó la división de la sociedad porque los críticos consideraban a los reclamantes como antipatriotas, criminales y haraganes. A partir de 1889 el Congreso Obrero Socialista en París declaró ese día como el del trabajador. Esa fecha se conmemoró en gran parte del mundo.
Estos sucesos fueron similares al del día de la mujer, establecido el 8 de marzo de 1908, porque eran asesinadas en un incendio más de 130 trabajadoras que reclamaban mejores condiciones laborales en una fábrica textil en Nueva York. Estos hechos evidenciaban descarnadamente las injusticias del capitalismo expoliador y las contradicciones internas de los países industrializados del primer mundo.
Dentro de este proceso político, económico y social, Argentina era gobernada por conservadores oligarcas que utilizaban el fraude electoral para ganar las elecciones. Nuestro país estaba inserto en el modelo agroexportador que demandaba mano de obra para trabajar las tierras obtenidas de la guerra contra los indios. Además, el racismo de la elite gobernante consideraba que la nación debía poblarse con la raza blanca, principalmente de los países europeos más desarrollados, como Inglaterra y Alemania. Pero la mayoría de los inmigrantes llegaron del pobre y atrasado sur, sobre todo de España e Italia.
Los arribados se ubicaron en las ciudades y campos, principalmente de la región pampeana, en la cual se localizaban las tierras para cultivar trigo y las industrias.
Con los brazos para trabajar llegaron las ideas. Estas se arraigaron debido a la repetición de las malas condiciones de vida de los trabajadores, incluso algunas empeoraron, por ejemplo vivir en conventillos. En estas unidades habitacionales con servicios deficientes y colapsados, las personas estaban hacinadas y debían pagar alquileres caros.
En los centros urbanos, los hombres trabajaban en los puertos como estibadores, en los frigoríficos, en el ferrocarril y en los talleres. Desarrollaron también distintos oficios, por ejemplo panaderos, tipógrafos, vendedores ambulantes y empleados de comercio y públicos.
Las mujeres formaron parte del mercado de trabajo, ocupando lugares similares al de los hombres, pero con menor remuneración por su condición de género.
La primera organización obrera fue la Sociedad Tipográfica Bonaerense en 1857 y en 1878 surgió el primer sindicato que pertenecía a ese oficio realizado en las imprentas. Luego aparecieron otros gremios que se extendieron en distintas ciudades.
El reclamo en común era similar a los sindicatos europeos y americanos, más allá de las particularidades regionales y productivas: jornada laboral de 8 horas, descanso dominical, igual remuneración de hombres y mujeres, abolir el trabajo infantil, terminar con el acoso y festejar el 1° de Mayo.
En la zona rural, muchos se desempeñaron como peones o chacareros. La provincia de Santa Fe impulsó la colonización agrícola para desarrollar la economía basada en la agricultura triguera y poblamiento inmigratorio.
Las condiciones de los trabajadores rurales tampoco eran buenas porque existía la explotación, bajas remuneraciones, extensas jornadas de trabajo, pago en especies, abuso de las autoridades policial y judicial en complicidad con los terratenientes contra protestas, etc.
Los colonos arrendatarios también fueron víctimas ya que debían pagar elevados alquileres de campos y no se les reconocían las mejoras que hacían, por ejemplo alambrados, construir molinos y cultivar pasturas. Ejemplo de la protesta rural fue el Grito de Alcorta en 1912.
Las leyes represivas de los conservadores permitieron asesinatos, encarcelamientos y expulsión del país de trabajadores “agitadores”. Así pasó con la Ley de Residencia en 1902 durante la presidencia de Julio Roca y de Defensa Social en 1910 de José Figueroa Alcorta.
Los reclamos fueron acompañados con represión, incluido asesinatos masivos. Esto sucedió, por ejemplo, en la Semana Trágica de 1919 y en la Patagonia en 1921, donde los trabajadores fueron masacrados por las fuerzas del Estado en complicidad con civiles durante el gobierno radical de Hipólito Yrigoyen.
Sunchales formó parte del proceso santafesino inmigratorio y cerealero porque surgió como colonia agrícola cosmopolita basada en la cosecha del trigo. Las personas que llegaron, ya sea del exterior o del interior del país, buscaban prosperar mediante un trabajo remunerado o convertirse en propietarios de una chacra.
Pero tal anhelo no se coronó con éxito para todos ya que debieron buscar una nueva oportunidad en otros lugares a causa de la falta de empleo o del elevado precio de las tierras.
El mundo del trabajo sunchalense en sus inicios estuvo conformado por diversidad de oficios rurales y urbanos. En el primero se utilizaba a toda la familia como mano de obra para abaratar costos. Por eso trabajaba la esposa, hijos e hijas del colono, como arar, cosechar y cuidar el ganado. Si el trabajo era muy exigente, se contrataban peones o jornaleros, por ejemplo equipos de trilla.
En el segundo se dio mayor variedad ya que existían más actividades para incursionar. Trabajaban herreros, carpinteros, albañiles, panaderos, carniceros, verduleros, comerciantes, sastres, barberos, peluqueros, prostitutas, sirvientas, costureras, lavanderas, cocineras, maestras, etc.
Muchos establecimientos del pueblo tomaron mano de obra masculina y femenina, tal el caso de las casas de ramos generales (grandes almacenes que vendían desde alimentos hasta ropa e implementos agrícolas), fondas, posadas, despachos de bebidas (boliches), talleres, curtiembres, etc. Estas actividades manifestaron el desarrollo económico y social de Sunchales, caracterizado por la diversidad de rubros y amplio sector de trabajadores.
Pero las condiciones de trabajo no eran buenas en el campo y en el pueblo. En el primer caso, el colono José Ristorto expresó que en el inicio de Sunchales: “el peón de chacra ganaba hasta $ 15 y trabajaba desde el alba hasta bien entrada la noche”. Para comparar el valor adquisitivo de esta remuneración se puede contraponer la suma de $ 40 necesaria para pagar el alquiler de una vivienda.
En el segundo caso, el albañil Juan Bertoldi afirmó: “trabajábamos de sol a sol y cobrábamos un sueldo miserable”. Por esta razón, en 1910 surgió el sindicato de albañiles presidido por José Sovrano. Fue el primer gremio de Sunchales y al año siguiente se transformó en la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos “Obreros Unidos”.
Su presidente fue dicho sindicalista y su objetivo era la ayuda mutua entre trabajadores de distintos oficios para solventar gastos médicos y por desempleo. Entre los reclamos de la Sociedad de Obreros estaba poder festejar el 1° de mayo.
La entidad organizaba eventos, como bailes y picnics, para que pudieran tener un momento de socialización y diversión. Era una manera de protección contra la ausencia del Estado en los asuntos laborales y sociales de los trabajadores. Tampoco existían aportes jubilatorios, lo que agudizaba la precariedad de las personas excluidas del mercado laboral.
Las limitaciones de recursos económicos impidieron que tuvieran un espacio propio y fueron ayudados por la Sociedad Italiana ya que facilitó sus instalaciones para realizar las reuniones.
La unidad y perseverancia del los trabajadores logró obtener conquistas, como festejar su día por primera vez en 1911. La conmemoración era simple pero emotiva debido a que evidenciaba el simbolismo victorioso de la lucha de esta clase para defenderse.
Se hacían picnics y bailes populares, extendidos a toda la comunidad. Participaba la familia del trabajador, acentuando el calor humano a la fiesta. En los eventos se usaba ropa humilde y elegante a la vez, como forma de dignificar la condición de trabajador.
Pero no todos los festejos eran pacíficos. En 1931 fueron llevados presos a Rafaela dirigentes del Partido Comunista de Sunchales que reclamaban contra el gobierno dictatorial santafesino. En las primeras décadas del siglo XX en nuestra localidad, además del comunismo, estaba la Unión Cívica Radical y el Partido Socialista. Pretendían representar a los trabajadores, mientras que el Partido Demócrata Progresista se orientó a los productores rurales.
Las divisiones en la sociedad de Sunchales entre una parte de empleados y patrones, principalmente comerciantes minoristas, continuaron porque los últimos se oponían a que los primeros pudieran descansar el domingo.
Por esta razón, en 1915 ocurrió una manifestación a favor del reclamo y fue criticada por los jefes porque decían que perdían dinero. De esta manera se evidenciaban las tensiones y conflictos laborales en la comunidad.
Estas eran profundas y amplias debido a los intereses económicos y sociales contrapuestos. La resolución victoriosa de una de las partes enfrentada le representaría al trabajador ejercer una vida digna.
Las necesidades familiares o individuales de alimentos básicos -pan, fideos, arroz, papas, sal, azúcar, carne, leche y yerba-, calefacción y cocción a través de la compra de carbón o leña, ropa, cazado y alquiler de vivienda; insumían sumas de dinero que en ocasiones no eran cubiertas por el salario. Esto provocó la pobreza de muchos trabajadores que no accedían a la totalidad de dichos bienes.
Esta situación de precariedad y vulnerabilidad se manifestó, por ejemplo, en 1936 ya que la cantidad de dinero para satisfacer las necesidades aludidas era de $ 91 y el salario de percibido en el molino harinero de Bunge y Born consistía en $ 67,20. Esta diferencia provocaba $ 23,80 (26,15 %) de déficit en los ingresos del trabajador de ese rubro, que debía suplirlo ajustando su calidad de vida.
Como se aludió, el rol de la mujer en el mundo del trabajo fue importante porque aportaba para mantener a la familia. María Chazarreta de Acosta -quien en el cincuentenario de nuestra localidad era obrera, socialista y pionera del feminismo en Sunchales-, dijo: “…la mujer obrera lucha al lado del hombre para subvenir las necesidades del hogar…”
En el ámbito rural, los productores se organizaron contra medidas perjudiciales a su actividad. A fines de la década de 1920 la Federación Agraria Argentina tenía una filial en Sunchales. Asesoraba a los chacareros que padecían condiciones desventajosas contra los comerciantes que compraban la cosecha y los dueños que alquilaban tierras.
En la misma época surgió el cooperativismo tambero para defender los derechos de dicho oficio contra los abusos de empresas que fijaban precios arbitrarios por la materia prima. Igualmente, demostró que la organización de los trabajadores beneficiaba tal condición.
Su noble, honesta y vigorosa acción de antaño -apoyada por el Estado Nacional que protegía al movimiento cooperativo y la creación de fábricas y empleos argentinos-, no solo permitió concretar sus objetivos sino que se convirtió en una fuente laboral muy importante que caracterizó y mejoró el dinamismo sunchalense económico y social.
Para finalizar este breve relato, se destaca el compromiso e involucramiento de personas, tanto mujeres como hombres, muchas de ellas anónimas, que dejaron su huella en la sociedad local a través de la dura labor física e ideológica para lograr conquistas y derechos no solo para ellos sino para las generaciones sucesivas.
Los mismos que levantaban con sus manos viviendas, lavaban o cosían ropa, atendían locales comerciales, araban y sembraban la tierra, criaban ganado y ordeñaban vacas, entre otros, fueron los artífices de la estrategia visionaria de defender y dignificar los derechos humanos en aquél período problemático.

Equipo de trilla entre fines del siglo XIX y principios del XX. Esta actividad demandaba una cuadrilla de peones que tenían distintas funciones, por ejemplo, foguistas para calentar el motor a vapor, aguateros que suministraban agua al motor, horquilleros que emparvaban las espigas, embolsadores de la semilla, etc.


Fábrica de maquinarias agrícolas Rotania. Los empleados, probablemente administrativos y de producción, estaban vestidos con traje y corbata. Esto indicaba el momento especial de la foto. La vestimenta era parte de la dignidad del trabajador.

Estación del ferrocarril. Entre los pasajeros se observan empleados adultos maleteros y guardas y niños trasnportadores de carga. Esto evidenciaba la utilización de mano de obra infantil para tareas pesadas.

Festejo del 1° de Mayo organizado por el Partido Socialista. La reunión fue al aire libre. Concurrieron trabajadores y trabajadoras, acompañados de niños, probablemente familiares. La conmemoración fortalecía la identidad de clase social y la confraternidad laboral y de género.

Mujeres trabajando junto a hombres en la Fábrica de Manteca SanCor. El título de la nota periodística de 1957 decía: “Es muy pujante el movimiento cooperativo de la industria lechera en Sunchales”. Son pocas las fotos de mujeres trabajadoras, lo cual indica su invisibilización en el mundo laboral, considerado principalmente como ámbito masculino.