Fuente: Municipalidad de Sunchales.

La Municipalidad de Sunchales informa que se realizará un ciclo de cine titulado La voz de la luna es italiana. La iniciativa está enmarcada en lo establecido por el programa provincial Corredor Audiovisual. En esta oportunidad, se proyectará Ginger y Fred (Ginger e Fred; 1986), de Federico Fellini. Será hoy, miércoles 25 de enero, desde las 20:00, en Vecinal Villa del Parque (Congreso esq. Echeverría).

Corredor Audiovisual tiene como objetivo el fomentar las producciones en nuestro territorio, confiando en la capacidad creativa de los santafesinos. Para tal fin, promociona y difunde los audiovisuales. También tiene como horizonte el garantizar el acceso de las comunidades a las obras, productos y creaciones audiovisuales, utilizando el Corredor Audiovisual Santafesino como espacio de integración sociocultural.

Por todo lo señalado, los municipios adheridos a esta red reciben contenidos audiovisuales de Espacio Santafesino, Señal Santa Fe y otros programas del Ministerio de Innovación y Cultural de Santa Fe.


Ginger y Fred

Poeta de la imagen, lírico y transgresor, Federico Fellini construyó un mundo propio, inolvidable, a través de películas como La dolce vita (1960), 8 ½ (1963), Amarcord (1973).

Una de sus películas más emotivas es Ginger y Fred (Ginger e Fred; 1986), protagonizada por Marcello Mastroianni y Giulietta Masina, en la piel de una vieja pareja de baile, reunida décadas después para un show televisivo.

Amelia y Pipo son dos bailarines de otra época, de otro medio. Evocan con sus pasos y anécdotas el esplendor de un cine que se fue, a través de una mímesis reelaborada en espectáculos que ya pocos recuerdan. Entre los dos hay un candor que no se apaga, que todavía despierta algunos malestares, de cuando eran jóvenes y capaces de hacer lo que ahora tal vez no. Los años pasan, pero la sensibilidad que los guía está lejos de desaparecer.

Ése, tal vez, sea el canto desesperado de esta película. Es decir, Pipo y Amelia son tan valiosos como Fred Astaire y Ginger Rogers, la dupla bailarina que emulan. Así como lo es también el Cervantes borgeano de nombre Pierre Menard. O el Nicholas Nickleby del cuento de Bradbury, donde un escritor reproducía la exacta y misma historia de Dickens. Amelia y Pipo, por eso, son Ginger y Fred; también cercanos a otra dupla esencial: Gelsomina y Zampanò (Masina y Anthony Quinn) en La strada (1954), otro insigne film felliniano.

Pipo y Amelia, de acuerdo con la herencia neorrealista, son seres alienados, que caminan sonámbulos tras una realidad alterada. Creen en un mundo diferente, lo sueñan y conmocionan. Son tan exóticos como el andar fantasma de Monica Vitti en El desierto rojo (Il desserto rosso; 1964), de Michelangelo Antonioni. Por sí solos, son un desafío. Todavía más cuando contrastan entre la farándula estrellada, fugaz, que el medio televisivo construye/destruye.

Ginger y Fred es una obra mayúscula, de sensibilidad plena.

El cine italiano

La voz de la luna es italiana es un ciclo que propone difundir producciones clásicas del cine italiano. Este último fundó —durante la época de posguerra posterior a 1945— lo que se conoce como “la modernidad cinematográfica”.

La urgencia ante la tragedia llevó a un grupo de realizadores a filmar en las calles, con intérpretes no profesionales, devenidos protagonistas de historias capaces de tocar la fibra íntima de lo que sucedía. Las películas resultantes provocaron un impacto internacional inusitado.

Así nació el cine moderno y de vanguardia. Se lo conoció con el nombre de “neorrealismo italiano”, y algunos de sus títulos tempranos fueron Roma, ciudad abierta (Roma, città aperta; 1945), de Roberto Rossellini; Ladrón de bicicletas (Ladri di biciclette; 1948), de Vittorio De Sica, La tierra tiembla (La terra trema; 1948), de Luchino Visconti; Años difíciles (Anni difficili; 1948), de Luigi Zampa.

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