
Por: Fernando Calamari.
La foto de arriba data del año 1891 y fue publicada por el Semanario La Lucha de Sunchales el 16 de noviembre de 1940, en homenaje al 52° aniversario de la Escuela “Florentino Ameghino”, institución pionera de la educación sunchalense.
La imagen refleja en parte el origen de la educación en nuestra localidad. Allá por 1888 comenzó a funcionar en una casa particular la primera “escuela”: apenas unas pequeñas habitaciones con un modesto mobiliario para cobijar a 20 alumnos dirigidos por el joven preceptor y director de origen español Saturnino Marquínez de 33 años de edad. Todos habían llegado recientemente al pueblo que se estaba conformando, por ejemplo el maestro arribó hacía pocos meses.
El centro educativo se llamó “Escuela Mixta de Sunchales”. La vida en aquél entonces era dura por todos, principalmente para los que trabajaban en las tareas agrícolas, tanto para los hijos de los colonos y de los peones. Los chacareros hacían trabajar a sus hijos y a sus hijas para ahorrar mano de obra pagada.
Esto impedía que muchos concurrieran a clases, principalmente en la época de la cosecha. A lo largo de esos años, los pocos alumnos que vivían en el campo iban a la escuela en caballo o en sulkys y ataban los animales en postes en la vereda. Se les enseñaba a sumar, restar, multiplicar y dividir. También algo de lengua castellana, geografía e historia. La mayoría de los maestros eran hombres y sus sueldos eran muy bajos e insuficientes para vivir. Por eso Marquínez dejó la educación para dedicarse al comercio y de esta manera pudo tener una casa propia.
La pobreza se veía en los pies descalzos de algunos alumnos, ropa miserable y casi nada de útiles escolares. Los que pertenecían a familias de mejor posición económica vestían trajes, zapatos o botines de cuero con suela de madera y medias largas de lana. De esta misma condición social llevaban portafolios de cuero, cuadernos, lápices de colores y manuales escolares. Las chicas usaban largos vestidos que les llegaban a los tobillos y tenían el pelo suelto o recogido, mientras que los varones vestían pantalones largos y su pelo era corto. El guardapolvo no había llegado en ese momento.
En aquella época se jugaba a las bolitas, carreras y cazar lagartijas y pájaros. Pocos eran los juguetes, apenas unos carritos hechos de madera o muñecas del mismo material. Algunos iban en bicicletas por las calles de tierra del pueblo, pero este medio de transporte no era como las actuales sino que tenían dos ruedas grandes de maderas en la parte de adelante y una pequeña atrás. Años más tarde aparecieron algunas más modernas de dos ruedas con cadena. El fútbol -hoy tan popular-, era desconocido en Sunchales. No por esta humildad de elementos para la recreación quiere decir que no había diversión. Los niños siempre son alegres e ingeniosos a la hora de jugar.
Luego surgieron más escuelas, tanto públicas como privadas y Sunchales fue cambiando. Hoy hay diferentes alumnos y docentes, con problemáticas también distintas pero que desmienten “que todo tiempo pasado fue mejor.” Incluso para los maestros actuales que ven sobrecargado su rol educativo porque además de enseñar tienen que ser psicólogos, asistentes sociales y nutricionistas. Muchas veces solos e incomprendidos por una sociedad intolerante, violenta y frívola voraz de materialismo e individualismo.
Aquellos inicios son testimonio de que vale la pena educar y construir una sociedad mejor, inclusiva y solidaria. También señalan la importancia de defender los derechos de la niñez y de los docentes.