Fernando Melchiori dedicó su vida a la fotografía. Su presencia independiente en los eventos sociales de Sunchales se ha transformado con el tiempo en una sana costumbre para los ojos de todos los vecinos.
La historia de vida detrás del hombre de la boina, la bicicleta y la cámara colgada al cuello.
Por: Cristian Malano
Abre la puerta con mucha tranquilidad después del segundo timbrazo. Afuera el calor es insoportable y sugiere más pileta que entrevista. Melchiori abre con una sonrisa amplia y con gestos tranquilos, como acostumbrado a recibir gente, y se acomoda enseguida detrás del mostrador. Una lona gigante exhibe a una pequeña modelo, su nieta.
Estamos con Guille en su casa que también funciona de estudio desde hace muchísimo tiempo. Tengo muchas ganas de empezar a charlar, y veo que mi secuaz ya se dispone a inmortalizar el momento en imagen. Más adelante pagaría caro el hecho de estar en compañía de dos amantes de la fotografía.
Mi entrevistado desea que la conversación transcurra de pie, así que ambos estamos acodados en el mostrador, vaso con agua de por medio.
“¿Cómo llegó la fotografía a tu vida?”, la pregunta resuena tosca en aquella antigua habitación.
– Mirá, este año voy a cumplir 70 años. Y mi padre tenía estudio de fotografía, él me lo transmitió hace como 50 años cuando yo volvía de hacer la colimba. Pasó mucho tiempo desde entonces, nací y crecí en esta misma casa. Siempre rescato que aprender el oficio en aquella época no era tarea sencilla. Había que hacerse solito. Ángel, mi padre, me enseñó todo lo que fue aprendiendo con el tiempo y yo seguí con el negocio.
– ¿Te acordás cuál fue tu primera cámara?
– Por supuesto, una Voigtlander año 1964.
– ¿Y cómo fue ese inicio?
– Mi viejo hacía lo mismo que yo, obviamente que él trabajaba en blanco y negro. Después de 1970 llegó el color. No sé, es difícil definir mi laburo. No me gusta definir, porque eso está en cada uno, en cada cliente. Actualmente trabajo para un diario, La Opinión de Rafaela, hace varios años ya. Trato de dedicar mi tiempo a cubrir eventos que me ordenan desde allá.
– ¿Y cómo viviste ese cambio que fue la modernización de los dispositivos?
– Muy simple. Tenía un desafío claro: o cambiaba o dejaba de trabajar. O me actualizaba o me retiraba del mercado. Entonces, con 60 años tuve que ir a la universidad, estudiar, aprender cosas nuevas. Aprender informática, quiero decir. Todo para adaptarme a los nuevos sistemas y a las nuevas formas de trabajar.
» El cambio fue brusco, hace más de ocho años, que fue cuando dejé de usar el rollo. Aún guardo todo el archivo de esto. Pero, en fin, en el año 2010 asistí a una reunión en Buenos Aires donde se trató el tema de lo que va a venir en el campo de la fotografía. Entonces, personas que estaban en la materia dijeron que el teléfono reemplazaría a la máquina de fotos. Esto te puede sonar redundante, pero para el mercado no era así. Las maquinitas de fotos comunes, las genéricas de bajo costo, ya se dejarían de fabricar y se suplantarían por la telefonía móvil. Y así fue. Actualmente también estamos viviendo tiempos de cambios con lo que se va a venir.
– ¿Y extrañás aquella forma de trabajar? ¿Extrañás la fotografía analógica?
– No, porque son cosas distintas y uno ya se fue acostumbrando al nuevo sistema, que es más ágil. Hay que aceptar los cambios y tratar de adecuarse a los tiempos que vivimos.
– ¿Creés que el mundo de la fotografía se ha democratizado?
– Sí, pero también creo que eso pasó toda la vida. Ahora vos te das cuenta, pero eso de que la fotografía está al alcance de cualquiera pasa desde que tengo memoria. Algunos por afición y otros por comercio. Incluso tengo conocimiento de muchos clientes míos que revelaban fotos en blanco y negro. Lo que no era fácil de ver era el revelado de las fotos a color, que había que mandar a Buenos Aires, porque existían solamente dos o tres laboratorios en el país.
» Lo que pasa es que cuando yo era joven, Sunchales no llegaba a 10.000 habitantes y hoy estamos cerca de los 30.000. Es totalmente natural que vayan surgiendo nuevos fotógrafos y en cantidad que la ciudad precisa. Hoy es más fácil aprender porque existe tecnología de acceso a los contenidos. Me parece excelente que eso pase.
– ¿Y toda esta nueva ola de fotógrafos se presenta como competencia?
– No, para nada. Porque yo estoy en otra etapa de mi vida. Yo elijo los trabajos. Es una cuestión de edad, y también natural, como te dije antes. A mí ya no me da el físico para quedarme hasta las cinco de la mañana a cubrir un casamiento. Últimamente estoy dedicado a hacer impresiones de fotos, me quedo en casa tranquilo. Hice cursos también para prepararme en esto.
Fernando Melchiori comienza a hablar sobre la historia de la fotografía y sus aplicaciones. Menciona a Kodak y se refiere a él como “el viejo Eastman”. Es muy interesante, pero el ida y vuelta queda a cargo de Guillermo. Ellos debaten acerca de megapíxeles, procesadores, enfriamiento de procesadores, diafragmas y sensores de luz.
De cada diez palabras, entiendo dos.
El hombre parece estar al tanto de los últimos avances tecnológicos. Arroja precios estimativos de los dispositivos y en pocos segundos nos da la espalda y se va en busca de sus herramientas de trabajo. Cuando vuelve ejemplifica con las cámaras lo que antes era una clase teórica de óptica y trayecto de la luz. Pienso que debemos escuchar más a estas personas.
– Particularmente siempre usé Canon pero porque era lo único que mi vendedor tenía cuando compré mi primera cámara digital. Me acuerdo que en aquel entonces le hice la misma pregunta a él, qué diferencia hay entre ambas marcas, y su respuesta fue: “la Ferrari toma la curva a 305km/h con una inclinación de 7°, y el Porsche lo toma a 306km/h con una inclinación de 6,5°”. Es lo mismo (risas).
– ¿Fotógrafo nace o se hace?
– Yo veo que mucha gente toma fotografías, no son fotógrafos. Y en eso hay una gran diferencia. Ser fotógrafo es sinónimo de observación, de experiencia, aprendizaje e inteligencia. Creo que hay una cuota de las dos, se nace, pero se va haciendo. He visto grandes imágenes tomadas con dispositivos de menor calidad que otros, y eso hay que remarcarlo.
– ¿Tuviste alguna participación en alguna otra rama del arte?
– No, nunca. Me dediqué a laburar. Me hice con el tiempo, y en aquel entonces no era fácil aprender académicamente. Antes había que ir a buenos Aires a estudiar.
– Un consejo a los fotógrafos que se inicien.
– Que tengan paciencia, y que se preparen bien. Es un trabajo muy lindo si existe el oficio.