Por Emanuel Zanuzzi

Luego de cumplirse, días atrás, el vigésimo aniversario del retiro profesional de Leopoldo Tortu, decidimos entrevistar a este deportista que inscribió su nombre en la historia del automovilismo nacional. Olvidar su trayectoria es una tarea imposible por donde se lo mire. Su casa fue el lugar del emotivo encuentro, donde los recuerdos empaparon el rostro de nuestro anfitrión. Compartimos con ustedes las palabras de quien es considerado, el piloto más perdedor de la historia automovilística de nuestro país.

  • Hace poco cumpliste 20 años desde tu última carrera. ¿Cómo la recordás?
  • Con mucha emoción. Mi familia estuvo presente. La carrera fue igual que cualquier otra. Salí último, a cinco vueltas del anteúltimo.
  • Empezaste desde muy pequeño a competir. ¿cómo fueron tus inicios arriba de un vehículo?
  • Cuando tenía tres años, mi viejo me regaló un triciclo color rojo. Tenía tres ruedas enormes y un asiento forrado en cuero. En el barrio había muchos chicos que todos los días pasaban por la vereda, algunos en bicicleta, otros en andador, y otros también en triciclos. Mi vieja estaba re podrida. Le ensuciaban la vereda. Le dejaban huellas y aflojaban las baldosas. Se peleó con todas las madres de la cuadra pero no le dieron bola.
  • ¿Tu mamá no te dejaba usar el triciclo?
  • Todo lo contrario. Me insistía en que saliera y le ganara a todos los guachos que le ponían los pelos de punta. Se armaban unas carreras tremendas. Recuerdo que por la noche, antes de dormir, me decía: “Mañana haceles comer el polvo a esos mocosos de porquería. Tenés que volar. Ir más rápido que el viento” Era su forma de vengarse.
  • Te incentivó desde muy chiquito. Eso te motivó a competir.
  • ¡Del miedo que le tenía! Era brava la vieja. Yo quería jugar pero me taladraba tanto que terminaba haciendo carreras. Pero creo que me resistí un poco a sus exigencias. De alguna manera no le di con el gusto.
  • Del triciclo saltaste al karting…
  • A los cinco años creo que empezó el profesionalismo en mi carrera. En mi pueblo se corría karting, en una pista que quedaba en el campo. Juntaban 5000 personas cada fecha.  Era una competición regional con enorme proyección a nivel nacional. ¡Yo competía con chicos de doce años! Pero como te dije, mi vieja era brava. Tenía influencias. Me gustaba mucho. Allí empecé a mostrar lo que finalmente fui como deportista.
  • Tuviste un breve paso por el motociclismo, no te gustó y te volcaste a los autos.
  • Mirá. De chico, nunca aprendí a ir en bicicleta. ¡Me pegaba cada tortazo! Nunca aprendí a ir en dos ruedas. ¡Qué complicado que es! ¡Imaginate como me fue con las motos! Como te dije, mi vieja era brava. Tenía influencias e insistía mucho.
  • ¿Cómo te pasaste a los autos?
  • A la vuelta de mi casa, Don Jorgito, trabajaba como mecánico en el equipo de Jacinto Rodado. En aquel entonces competían a nivel provincial. Te hablo de principios de los 70. Corrían con un Torino. Al piloto que manejaba se le había vencido el carnet de conducir y no tenía ganas de hacer todo el trámite otra vez, así que no pudo más correr. Don Jorgito sabía que yo era fierrero y no tenían mucho tiempo para anotar un corredor a la competencia. Nos encontramos un día en el kiosco del barrio y sus palabras fueron contundentes: “Leopoldo, creo que sos horrible para manejar. Pero horrible en serio. No entiendo como podes estar corriendo karting. Pero no tengo mucho tiempo. ¿Te animas a manejar un Torino? Así fue. Tenía 19 años.
  • ¿Cómo te fue en esa única temporada?
  • Los insultos que se escuchaban eran más fuertes que el ruido de los motores. Era increíble el rugido de la gente cuando me subía al auto. Muchos seguían a Jacinto desde hacía décadas  y no podían creer lo que veían. En ese entonces no era fácil cambiar de piloto. Los contratos por cada temporada se debían cumplir y yo ya había firmado. Cada temporada duraba cinco años.
  • Desde esa temporada te consideraron de lo peor. ¿Cómo es posible que el mejor equipo de aquellos años, te contrató para competir en el máximo nivel del país?
  • Increíble. Todavía sigo sorprendido. El equipo de los hermanos Boyo eran de lo mejor, como vos bien decís. Uno de ellos, Alberto, era el chapista. Podrido de su trabajo, amenazó a su hermano con separarse del equipo, si el auto en cuestión, aparecía con un solo choque más. Chiquito, el otro hermano, decidió buscar al piloto con menos accidentes en el rubro, de todo el país. Recurrió a las estadísticas de la Asociación Automovilística Argenta y  Leopoldo Tortu fue la solución.
  • Pero los hermanos Boyo se fundieron al poco tiempo.
  • Sí, pero se mantuvieron unidos y el auto no tuvo un solo raspón.
  • Leopoldo, ¿cuál fue la clave para tener una carrera profesional, tan patética como la que tuviste? Porque Don Jorgito tenía razón, ¡fuiste horrible!
  • La clave fue…..ir despacio. Siempre manejé despacio. Mucho más despacio que todos. Era mi manera de competir. Nunca me gustó ir fuerte. Creo que ahí, en ese punto, no le di con el gusto a mi vieja. Competía pero no le ganaba a nadie porque iba despacio. A pesar de salir último en todas las carreras que competí, desde el triciclo hasta los hermanos Boyo, gané mucho dinero y ahora me paso los días andando en bicicleta.
Comentá con tu usuario de Facebook

Dejar respuesta