Por: Fernando Calamari.           

Pelota de cuero con tientos y botines a fines de principios del siglo XX. Fuente: Patria Quemera.

En 1863 surgió el fútbol moderno en Inglaterra, lejos estaban de pensar sus pioneros que ese deporte sería el más masivo y popular de la humanidad. Su expansión se dio en todas partes del mundo y Argentina no fue la excepción. En 1840 “desembarcó” desde el país europeo en el puerto de Buenos Aires y poco a poco fue dejando de ser un pasatiempo para convertirse en un deporte practicado en colegios y luego en clubes, extendiéndose por todo el país.

El desarrollo del fútbol hizo que en 1893 se conformara “The Argentine Association Football League” (actual AFA). Esta entidad en 1903 pasó a denominarse “Argentine Football Association,” la cual se asoció a la Fédération Internationale de Football Association (FIFA) en 1912.

Dentro de los clubes más antiguos, algunos fueron por ejemplo: Gimnasia y Esgrima de La Plata (1887), Rosario Central (1889), River Plate (1901), Atlético de Tucumán (1902), Gimnasia y Tiro de Salta (1902), Racing de Avellaneda (1903), Newells Old Boys (1903), Asociación Atlética Argentinos Juniors (1904), Ferro Carril Oeste (1904), Independiente de Avellaneda (1905), Boca Juniors (1905), Colón de Santa Fe (1905), Belgrano de Córdoba (1905), Estudiantes de La Plata (1905), Unión de Santa Fe (1907), San Martín de San Juan (1907), Huracán (1908), San Martín de Tucumán (1909), Talleres de Córdoba (1913), Chaco For Ever (1913), Sportivo Independiente de Rivadavia (Mendoza, 1913), Patronato de la Juventud Católica de Paraná (1914) y Central Córdoba de Santiago del Estero (1919). Una entidad señera y que luego se disolvió fue el Alumni Athletic Club de Buenos Aires (1898) y el primero que tuvo al fútbol como disciplina deportiva profesional fue Gimnasia y Esgrima de La Plata a partir de 1889.

En Sunchales comenzó a practicarse a principios del siglo XX y había sido traído por los empleados ingleses del ferrocarril. Era todo una novedad, y de a poco se fue consolidando como juego, principalmente y primeramente entre los niños. De esta manera, este deporte se convirtió en una forma de socialización, donde se relacionaban distintos sectores sociales y se conformaban grupos de compañerismo y amistad, además de una cierta rivalidad surgida por el lugar en donde vivían los integrantes de los grupos, por ejemplo la cercanía o lejanía con respecto al centro del pueblo.

La disponibilidad de muchos lotes baldíos en el pueblo facilitó su desarrollo. Se jugaba en esos “potreros”, en los cuales se colocaban dos pedazos de ladrillos u otros elementos que demarcaban el arco y cuyo travesaño era imaginario, de acuerdo a los consensos de los jugadores, al igual que aplicar las reglas básicas, por ejemplo decidir cuando era penal u otra falta. El estilo era rudimentario, más de correr detrás de la pelota y patear al arco. De a poco se fueron perfeccionando las jugadas con pases, gambetas, apiladas, caños, pisadas y mejores cabezazos y tiros al arco. Siempre con el mismo objetivo: hacer un gol, y si eran muchos, mejor. En varias ocasiones los chicos volvían a sus casas rengos, con peladuras o con golpes debido a alguna patada, pisar mal o rasparse contra la tierra pelada o con poco pasto que tenía el terreno de juego. Luego de ponerse un poco de alcohol para ayudar a cicatrizar la herida y de descansar para reponerse de la lesión se volvía al potrero, donde esperaban los compañeros para jugar los picados.

La pelota era de color marrón, con fetas de cuero atada con hilos y con una cámara con un pico para inflarla dentro de ella. La válvula estaba protegida por gruesos tientos de cuero. Estas características distorsionaban su forma esférica, la hacía de difícil dominio, dura y de gran peso, a tal punto que un pelotazo fuerte podía producir la fractura de algún dedo del arquero. Los que pateaban y cabeceaban también podían sufrir intensos dolores debido a las mencionadas deficiencias. En muchas oportunidades fue reemplazada por “pelotas” de trapo: medias rellenadas con papel o retazos de ropa.

El calzado era generalmente modestas zapatillas, alpargatas e incluso zapatos de suela de madera, con o sin medias. Algunos jugaban descalzos. La ropa eran los clásicos pantalones que llegaban hasta debajo de las rodillas y una camisa de manga larga o corta.            Estos elementos accesibles para la práctica del fútbol demuestran por qué se convirtió en un deporte popular. De acuerdo a testimonios de la época, aquellos niños jugaban “todo el día”, excepto cuando debían ir a la escuela o si tenían que trabajar. Los lugares donde iban a “patear” eran por ejemplo frente a la Escuela Savio y en los terrenos de la Estación del Ferrocarril.

Niño de potrero. Fuente: Revista Billiken.

Poco a poco se fue extendiendo a otros grupos etarios, como adolescentes y jóvenes, siempre reservado para los varones ya que se lo consideraba un deporte “viril.” Luego surgió la pelota de goma, esta era más barata que la de cuero y mejor que las de trapo, aunque una espina, astilla, alambre o pedazo de vidrio podía terminar con su uso, si bien a veces se jugaba igual con la pelota pinchada. La ventaja del balón de cuero era que si se pinchaba se podía arreglar con un parche, previo de descocer los hilos de las fetas que la conformaban.

El inflador era un elemento esencial para mantener el aire y de esta manera poder controlarla mejor y que sea más liviana. Para esas cosas de mantenimiento, existían oficios, como talabarteros y gomeros, que brindaban ese servicio. Para conservar el cuero y los hilos de la pelota, se le pasaba una pequeña capa de grasa.

En este contexto, en 1910 surgió el Club Football Libertad de Sunchales. Su nombre fue inspirado por el Centenario del nacimiento de la Patria y los colores  de su casaca eran el amarillo y el negro, a rayas verticales. Su cancha se localizaba en las inmediaciones de la curtiembre Actis, facilitada porque uno de sus miembros fundadores pertenecía a esa familia. En 1916 jugaban en un predio ubicado al sur de la Plaza Libertad.

En los años sucesivos desarrolló una importante infraestructura, por ejemplo, en 1925 adquirieron su terreno propio. En este construyeron a partir de 1927 la clásica tribuna techada de estilo inglés -actual patrimonio histórico cultural-, al poco tiempo se hizo la cancha oficial y otra de práctica, además de la sede social.

En 1929 se coronó campeón de la Liga Rafaelina de Fútbol de la Zona Norte, donde se competían contra clubes de Rafaela, por ejemplo Atlético y 9 de Julio. Esta fue la primera copa de importancia que tuvo el fútbol sunchalense debido a la jerarquía de los competidores.

En la década de 1930 se profundizó la masividad y popularidad del fútbol. En 1931 se formó el club Sportivo Sunchales, el cual se ubicaba en la calle San Martín. Por aquellos años también se conformó la Liga Regional de Fútbol de Sunchales, que se reunía en el entonces Cine Avenida de la Avenida Independencia. Esta era de carácter amateur e integraba a otras entidades de la zona, por ejemplo el Club Independiente de Ataliva, Argentino de Humberto I°, Moreno y Argentino de Vila. Los clubes pagaban una cuota mensual de $ 20 a dicha Liga, la cual trataba distintos temas, como inscripciones y pases de jugadores y afiliaciones de clubes. Esto refleja la conformación de una dirigencia que tenía influencia en la zona y que tenía como objetivo administrar y gestionar este deporte, además de promover su desarrollo.

Equipo del Club Deportivo Libertad de Sunchales, 1936. Fuente: Semanario La Lucha de Sunchales, Álbum del Cincuentenario.

Se jugaba una liga anual, en la cual Sportivo salió campeón en 1934, afirmando el buen nivel que tenía el fútbol sunchalense. Se realizaban también amistosos, por ejemplo contra 9 de Julio e Independiente de Rafaela, Aldao F. B. C. de Colonia Aldao, Atlético de Arrufó, San Isidro de San Francisco y Alianza de Santa Clara de Saguier. El horario de juego era entre las 15:30 y 16.00 hs, luego de la siesta y con tiempo para hacer la digestión del almuerzo. Las tácticas de juego eran 2-3-5, reflejando la idea de que era más importante atacar que defender.

Otros partidos se hacían contra combinados profesionales -por ejemplo de Esperanza- y el combinado de la Liga de San Cristóbal. La finalidad era lograr una mayor competitividad, jugándose dichos encuentros de local en la cancha liberteña.

El profesionalismo se lo veía mal porque se consideraba ofensivo jugar por dinero y fomentaba el individualismo. Además, significaba una ventaja contra los amateurs que tenían que trabajar en la actividad privada para poder vivir y tenían menos tiempo para entrenar. Estos últimos también creían que se debía jugar por el orgullo y el honor de pertenecer a un club y en forma grupal.

Las remeras de los jugadores eran de mangas largas -se podían arremangar y algunas eran de mangas cortas- y de lana fina, esta permitía la absorción de la transpiración. En la parte superior del pecho tenían hilos o botones que desatados o desabrochados facilitaban la respiración. Estaban enumeradas del 1 al 11.

Otra característica era el cuello con forma de camisa. Los pantalones eran largos, a veces por debajo o por encima de las rodillas, su tela era gruesa y se los podían sujetar con cintos. Las medias eran de lana gruesa y se usaban hasta las rodillas. Los botines eran de cuero negro o marrón y cubrían los tobillos para protegerlos. No se utilizaban canilleras pero si rodilleras, musleras y tobilleras de elástico.

Lorenzo Panero, jugador del Club Deportivo Libertad de Sunchales, 1936. Fuente: Semanario La Lucha de Sunchales, Álbum del Cincuentenario.

Los arqueros se ponían ajustadas y cerradas poleras y no usaban guantes. Este puesto era desmerecido porque se consideraba más importante jugar que atajar. Incluso entre los niños ya que el que no sabía jugar lo “mandaban” al arco, a menos que fuera dueño de la pelota. Algunos jugadores se ponían gorras para defenderse de la dureza de las pelotas y del sol. El “loock” se caracterizaba por tener el pelo corto y peinado, sin barba y algunos se usaban bigote. El árbitro y los jueces de líneas vestían traje, corbata y pantalón negro y camisa blanca. Las prendas de vestir y las apariencias eran sinónimo de elegancia que enaltecía el espectáculo deportivo, si bien muchas veces el juego era brusco por las faltas físicas, como patadas y codazos fuertes. Las canchas estaban “peladas” en los lugares donde más se jugaba, principalmente en la parte central y en las áreas y los arcos eran postes de madera. La alimentación de los jugadores era “normal”, se comían pastas, estofados, frituras y guisos, entre otros, también se tomaba vino y se fumaba. Incluso las relaciones sexuales previas al día del partido no eran consideradas perjudiciales para el rendimiento deportivo. Los entrenamientos se basaban en correr, hacer ejercicios y movimientos tácticos.

Los esfuerzos de las instituciones para solventar los gastos eran muchos, como haber realizado aportes personales de dinero, cobrar cuotas societarias, vender rifas, organizar bailes a beneficio y utilizar vehículos privados -no solamente autos, sino camiones y previo a estos los carros a caballo-, para realizar viajes.

Algunas instituciones también tenían divisiones inferiores, denominadas por ejemplo “la segunda”, “la tercera” y la “cuarta”, reflejando el crecimiento deportivo e institucional. Además, algunos barrios también tuvieron equipos de fútbol. Así surgió Juventud Renovación -de casaca de color rojo-, Boca Juniors, Huracán, Liverpool, Ferro Carril y Fantasma, entre otros. Todos tuvieron una efímera duración porque se conformaban solamente para competir localmente en forma esporádica. Algunos de ellos evidencian la existencia de simpatizantes de clubes porteños que los emularon en Sunchales. Otros equipos se conformaban para jornadas deportivas, así sucedió con los encuentros disputados entre “solteros” contra casados.”

El más fuerte de todos los clubes era Libertad, ya que los otros apenas si disponían de elementos de práctica e incluso en muchas ocasiones no se entrenaban debido a la falta de tiempo porque las dedicaciones laborales absorbían todo el día a los jugadores.

Sin embargo, la proliferación de clubes también evidencia la consolidación y la llegada que el fútbol tenía en la comunidad. En este sentido, los partidos eran vistos por nutridas concurrencia de público. Hombres, mujeres y niños iban a ver los partidos, sin grandes exaltaciones ni agravios, muchos se vestían con trajes y sombreros o con vestidos de salida. Estos elementos sociales hacen ver que el fútbol era un espectáculo familiar y de recreación.

La influencia inglesa se manifestaba en el vocabulario de las crónicas periodísticas de la época, estas utilizaban términos en dicha lengua, por ejemplo score (resultado), field (campo de juego), ball (pelota), goal (gol), match (partido), referee (árbitro), team (equipo), penal-kitc (penal), forward (delantero), centre forward (puntero) y back (defensor).

El Semanario El Pueblo de Sunchales cubría los encuentros y noticias referidas al fútbol. En el primer caso, daba a conocer el resultado -nombraba primero al equipo visitante y luego al local-, enumeraba a las alineaciones de los equipos -sin hacer referencia al Director Técnico-, explicaba el desarrollo del partido en cada tiempo de juego y opinaba sobre el desempeño del árbitro. No se publicaban fotos de los partidos y de los jugadores, probablemente por cuestiones económicas debido a que las máquinas de fotos eran onerosas. En el segundo caso, informaba acontecimientos de la Liga y de los clubes. En ambas situaciones, el tono sobrio, respetuoso y profesional sobresalía en las columnas escritas.

Publicidad de partidos de fútbol, 1934. Fuente: Semanario El Pueblo de Sunchales

En esos años, algunos habitantes tenían radio a transistores, lo que les permitía escuchar los partidos de Buenos Aires y los resultados de otras ligas. Otra manera de informarse eran los diarios que llegaban desde Buenos Aires a través del tren y se vendían a los suscriptores.

La década de 1940 dio origen a dos clubes nuevos: en 1943 apareció el Club Sportam y estuvo conformado por algunos ex integrantes del extinto Sportivo Sunchales. Este jugaba en la Liga Rafaelina de Fútbol en la Zona Norte. En 1946 pasó a llamarse Club Atlético Sunchales, cuya divisa era celeste. Su cancha estaba en las inmediaciones de la fábrica SanCor y el Tiro Federal.

Equipo del Club Atlético Sunchales, 1947. Fuente: Sunchales. 125 Años de Historia. 1886-2011.

Debido a problemas económicos, por ejemplo deudas para pagar a jugadores rentados, en 1948 el Atlético Sunchales se fusionó con el Club Unión Deportiva -este era más modesto y tenía su cancha al final de la Avenida Sarmiento- y dieron origen al Club Atlético Unión. Su divisa fue verde con una raya horizontal blanca y comenzó a competir en dicha Liga en 1949, haciendo de local en una parte del predio donde funcionó Atlético, entre las calles Laprida, Mitre, Mitri y el actual Cicles Club. En 1950 se había consagrado campeón, compitiendo con los clubes de Aldao, Ataliva, Lehmann, Ramona, Vila, Humberto I° y Tacural. En 1966 se trasladó a la actual ubicación en la Avenida Belgrano.

Equipo del Club Atlético Unión de Sunchales, 1950. Fuente: Club Atlético Unión. Abril 2. 50 ° Aniversario. 1948-1998

En 1957 apareció el Club Atlético Pampero, esta pequeña entidad en 1960 tenía como propósito adquirir un terreno para construir sus instalaciones, pero no pudo prosperar.

En esa época, el fútbol seguía evolucionando, con nuevas estrategias y elementos para realizar su práctica -por ejemplo ropa y calzado con mayor comodidad y pelota más liviana-, mejor infraestructura -cuidado del césped-, alimentación más nutritiva y nuevos medios de transporte, como colectivos. Estuvo acompañado por los medios masivos de comunicación que de a poco se iban difundiendo en la población, los cuales acercaban a los aficionados noticias sobre equipos, resultados y jugadores nacionales. Esta popularización y masificación se reflejó en la mayor cantidad de espectadores que asistían a los partidos locales. Fue de suma importancia la labor de dirigentes, asociados, simpatizantes y jugadores para obtener recursos económicos que permitieran solventar las erogaciones y la concreción de nuevos proyectos deportivos y de infraestructura. Por esta razón, muchas entidades se quedaron en el camino pero contribuyeron a sentar las bases y el desarrollo del fútbol en la localidad. Su juego en aquellas instituciones y clubes barriales, sumado a los picados en los “potreros”, forma parte de la idiosincrasia futbolera argentina y sunchalense, en la cual se destaca la sociabilidad, inclusión, formación en valores, desarrollo cultural y deportivo y fomento de una mejor calidad de vida.

Para finalizar esta breve reseña, se destaca el imprescindible valor de las obras de los 100 años del Club Deportivo Libertad y de los 50 años del Club Atlético Unión para realizar este artículo, además de la información obtenida en el Museo y Archivo Histórico Municipal Basilio María Donato de Sunchales.

 

 

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