Por: Fernando Calamari
El fútbol es el deporte más popular del planeta. En 1904 se creó la Fédération Internationale de Football Association (FIFA) en Francia y estaba conformada por siete naciones europeas (Francia, Bélgica, Dinamarca, Holanda, España, Suecia y Suiza).
Hoy, en 2018, las doscientas nueve federaciones que la integran manifiestan la difusión mundial y su poder, porque incluye más países que la Organización de Naciones Unidas. En Argentina se popularizó rápidamente y se afilió a la entidad madre en 1912.
Una de sus características de la masividad fue su bajo costo, aceptación social y disponibilidad de terrenos para practicarlo. Paralelamente a la par de su juego se dieron intereses que lo condicionaron.
El fútbol debutó en las Olimpíadas de París de 1900 y en 1930 se realizó la primera Copa Mundial en Uruguay. Se eligió a este país porque era el último campeón olímpico en Ámsterdam en 1928. Pero muchos países europeos se negaron a disputarlo en Sudamérica ya que consideraban que se tenía que realizar en el continente en que nació.
El trofeo se denominó Jules Rimet, en honor a su gestión presidencial de la FIFA en ese entonces, en la cual organizó dicha competencia ecuménica. Fueron nueve países americanos (siempre la mayoría correspondió a Sudamérica) y cuatro europeos. La transmisión se hizo en forma radial con cobertura de la prensa escrita. Esto permitió difundir masivamente a la disciplina.
El campeón fue Uruguay al derrotar en la final a Argentina 4 a 2, mientras que el goleador era el argentino Guillermo Stálibe con 8 tantos, quien jugaba para Huracán de Parque Patricios.
El segundo mundial fue en Italia en 1934. Gobernaba el fascista Benito Mussolini. Este utilizó la competencia para mostrar las “bondades” de su dictadura. La participación por continentes se revirtió con respecto a la competencia anterior porque doce selecciones eran europeas, seguidas por tres americanas y una africana (Egipto). Esto último marcó el debut del continente. El último campeón “celeste” no fue en represalia porque Italia no asistió al suyo. El anfitrión se consagró ganador y Argentina se despidió rápidamente ya que fue eliminada en la primera fase por la victoria de Suecia por 3 a 2.
Los intereses y presiones de los países europeos hicieron que la Copa se realizara nuevamente en ese territorio, incumpliendo la condición de rotación de las sedes entre Europa y América. Los largos y cansadores viajes en el mar, el dinero del las recaudaciones y las ganancias en el hospedaje de las selecciones y aficionados, eran algunos de los motivos de las disputas. Esta situación ocasionó la no participación de casi todos los americanos, incluida Argentina -que pretendía su organización-, excepto Brasil y Cuba.
La sede fue Francia en 1938. El fascismo y el nazismo imponían su poder y Adolf Hitler se preparaba para iniciar la Segunda Guerra Mundial. En ese contexto de belicismo, en donde Alemania ocupó Austria -por lo cual no pudo participar en el mundial- y se libró la Guerra Civil Española; se disputó la competencia. Además, el dictador nazi utilizaba el fútbol como propaganda de su teoría racista basada en la superioridad de la raza aria.
El campeón fue nuevamente Italia y debutó Asia, representada por Indonesia. Las doce selecciones de Europa indicaban la hegemonía de los participantes y en el caso de Alemania e Italia, la propaganda de sus regímenes autoritarios.
La Segunda Guerra Mundial interrumpió el campeonato y se reanudó después de su finalización. En 1950 se realizó la cuarta edición y Brasil fue su organizador. Asistieron siete selecciones americanas y seis europeas.
Argentina no concurrió debido a su conflicto con el país anfitrión porque éste prohibió a uno de sus clubes jugar contra uno argentino en un amistoso en Chile y porque en un encuentro entre ambas selecciones en el estadio de River, finalizó violentamente. Además, algunas de sus máximas sus figuras, como Alfredo Di Estéfano y Néstor Rossi, emigraron a Colombia con motivo de una huelga de futbolistas. Los clubes extranjeros no cedieron a las estrellas albicelestes y el seleccionado se sintió perjudicado.
Como la política estaba ligada a este deporte a través del presidente Juan Domingo Perón, se resolvió no asistir porque el posible fracaso deportivo perjudicaría al gobierno.
El nuevo contexto de la Guerra Fría (rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética) se reflejó en el debut del socialismo a través de Yugoslavia. Europa estaba dividida por la “cortina de hierro” entre naciones capitalistas y comunistas. Así, la FIFA logró extender su influencia más allá de las ideologías políticas. El campeón fue Uruguay al vencer por 2 a 1 a Brasil.
Esta hazaña se la recuerda como el “Maracanazo”, en alusión a la victoria charrúa sobre el favorito en dicho estadio. El fútbol demostraba que los pronósticos anticipados no eran infalibles y que los partidos había que ganarlos en la cancha.
La quinta edición se hizo en Suiza en 1954. La Europa de posguerra todavía no se había reconstruido y la Guerra Fría estaba en su apogeo. Este país fue neutral en la Segunda Guerra Mundial y tenía sus instalaciones e infraestructura intacta para organizar el evento. Se respetó la alternancia de sedes continentales y la mayoría de los seleccionados fueron europeos (doce, de los cuales tres eran del bloque comunista). Debutó Alemania Federal, surgida de la división con la parte comunista denominada Alemania Democrática. Hizo lo propio también Corea del Sur, dividida de Corea del Norte por la Guerra Fría. Solamente tres eran de América y una de Asia.
Fue el primer mundial televisado, si bien no en directo. Este medio de comunicación contribuyó notoriamente a la difusión del deporte y se convirtió paulatinamente en una importante fuente de dinero para la FIFA debido a la publicidad y derechos de transmisión.
Argentina nuevamente no asistió por estar auto aislada de las competencias debido a que no tenía buena relación con las entidades sudamericanas y europeas a causa de rivalidades antiguas. Además, persistía la influencia del gobierno peronista de no concurrir.
El campeón fue Alemania Federal en la final contra la favorita Hungría, quien era el último campeón olímpico en Helsinki en 1952. En el seleccionado comunista jugaba el mejor jugador del mundo: Ferenc Puskás. El humilde y sacrificado equipo teutón pudo más que la técnica de los magiares y remontó una desventaja de dos goles para ganar 3 a 2 en un match disputado bajo la lluvia, lo cual otorgó mayor dramatismo a la final. Esta victoria épica transcendió la frontera entre las dos Alemania porque se compartió en ambos lados, excluyendo las diferencias políticas.
En ese mundial apareció la marca de zapatos deportiva alemana Adidas de Adolf Dassler. Este obtuvo el contrato con la selección de su país para suministrar tapones o tacos para evitar caídas o resbalones. Empezaba así, la presencia de marcas deportivas en el fútbol y la incursión de una de las más poderosas del mundo.
El sexto mundial fue en Suecia en 1958. Nuevamente los intereses europeos se impusieron a los americanos porque no se respetó la alternancia de sedes. Ante esto, otra vez se dio la superioridad de selecciones de Europa (doce). Cuatro eran comunistas, incluida la Unión Soviética, la cual debutó en un mundial. Dentro del bloque soviético también se utilizaba al fútbol como propaganda política. En este objetivo, se dejó de lado la supuesta igualdad de clases porque a los futbolistas se los beneficiaba con una mejor calidad de vida, por ejemplo vivienda y automóvil.
Del lado americano participaron cuatro equipos. Argentina rompió su asilamiento y participó, pero fue un rotundo fracaso porque no pudo pasar su grupo. Perdió contra Alemania Federal por 3 a 1 y, si bien venció su segundo partido contra Irlanda por 3 a 1, luego cayó estrepitosamente contra Checoslovaquia 6 a 1.
Brasil se consagró campeón al derrotar al local por 5 a 2. Debutó Edson Arantes do Nascimento “Pelé”, uno de los mejores jugadores de toda la historia. El país sudamericano tenía como estrella a varios jugadores negros y mestizos, como también “Garrincha”. Estas razas sufrían la discriminación y explotación de manera ancestral, similar en muchas partes de América.
La séptima Copa mundial por fin se trasladó a Sudamérica. En efecto, Chile la organizó en 1962, ganándole la organización a Argentina. El terremoto de dos años antes no afectó su capacidad organizativa, la cual se dio en forma exitosa por el esfuerzo de su comunidad.
En ese año el mundo casi entra en la Tercera Guerra Mundial por la Crisis de los Misiles en Cuba, lo que marcaba la extrema fragilidad del mundo bipolar entre capitalismo y comunismo, con el agravante del peligro de la utilización masiva de armas nucleares en una contienda bélica.
Diez selecciones europeas y seis americanas confrontaron y Brasil nuevamente salió campeón. Argentina repitió su frustración porque no pudo pasar de ronda. Había debutado venciendo a Bulgaria 1 a 0, luego cayó contra Inglaterra a 3 a 1 y empató 0 a 0 con Hungría. Los ingleses clasificaron por tener mayor diferencia de goles a favor.
En Inglaterra se hizo el octavo evento. Continuó respetándose la alternancia de sedes. Debutó la televisión satelital y a color, pero solamente el partido inaugural se transmitió en directo a otros países. Como casi siempre, las selecciones europeas (10) superaron en número a las americanas (5) y una fue de Asia (la comunista Corea del Norte). Argentina logró clasificar y fue eliminado por el local por 1 a 0. El goleador era el africano Eusébio da Silva Ferreira, apodado por su nombre, quien jugaba para Portugal y marcó 9 tantos. Había nacido en una colonia portuguesa en África (Mozambique). Los países imperialistas usaban a nacidos en sus colonias para ser representados en contiendas deportivas, mientras sometían al resto de la población que no les era “útil”. El ganador fue el anfitrión que derrotó a Alemania Federal 4 a 2. En el sub campeón jugaba Franz Beckenbauer, apodado el Kaiser, por su dirección en el equipo y habilidad en el juego.
Cuatro años más tarde, en México se disputó el noveno mundial. Se transmitieron todos los partidos en directo y a color al exterior. Además, la empresa de indumentaria deportiva Adidas fue el sponsor de la Copa y se jugó con su pelota. De esta manera, el fútbol aumentaba su popularidad y generaba mayores recursos económicos a la FIFA. Compitieron diez equipos de Europa, cinco de América y uno de Asia y de África. Argentina no clasificó al evento porque fue eliminado por Perú en la Bombonera. Brasil se consagró tri campeón y la máxima figura fue Pelé. Era el último trofeo denominado Jules Rimet y se la dio al vencedor.
En 1974 el Mundial se jugó en Alemania Federal. Estaba finalizando el Estado de Bienestar y comenzaba el lento y rapaz neoliberalismo contra las clases medias y populares. Sudamérica se encontraba en pleno proceso de instauración de dictaduras que aplicaban el Terrorismo de Estado, tuteladas por Estados Unidos. La violencia armada iba in crescendo en dicha región, acentuada por grupos guerrilleros.
Participaron nueve equipos europeos (incluidas las dos Alemania, las cuales se enfrentaron con victoria de la Federal), cinco americanos y uno africano y de Oceanía, haciendo este último su debut mundialista de la mano de Australia.
Argentina fue eliminada en la segunda fase contra el mejor equipo del torneo: Holanda, que tenía al mejor jugador: Johan Cruyff. Esto marcó una nueva decepción en la selección nacional y se buscó una reorganización de la estructura del fútbol argentino. El anfitrión gano la competencia venciendo 2 a 1 al conjunto holandés. Los alemanes alzaron el nuevo y actual trofeo.
En 1978 se hizo el undécimo mundial. Fue realizado en Argentina y el seleccionado dirigido por César Luis Menotti. Este reorganizó y profundizó la profesionalización del fútbol y consagró campeón a nuestro país.

Deportivamente, semejante éxito dejó de lado la polémica desafectación del plantel de la promesa del fútbol local, Diego Armando Maradona -jugador de Argentinos Junior- y la goleada a Perú, sospechada de arreglo deportivo. El goleador fue Mario Alberto Kempes (jugador del Valencia de España) con 6 anotaciones.
Pero el Mundial fue utilizado por la dictadura cívico-militar que gobernaba al país y que aplicaba el Terrorismo de Estado, cometiendo diversos y aberrantes crímenes contra la población. La complicidad de la FIFA en permitir su realización evidenció la falta de escrúpulos de dicha entidad en función del negocio mundialista.
El gobierno nacional pretendió dar una imagen al mundo de que en el país no había violencia y que estaba unido. Los medios de comunicación, cómplices por ideología e interés económicos, replicaban las consignas oficialistas, destacándose la revista deportiva “El Gráfico” y el relator de fútbol José María Muñoz. Ese evento mostró al mundo las rondas de las Madres de Plaza de Mayo, consideradas “locas” por muchos conciudadanos. Estas mujeres reclamaban conocer el paradero de sus hijos detenidos ilegalmente. Además, el autoritarismo y la corrupción caracterizaron dicha Copa.
La victoria argentina “alivió” también la crisis económica que padecía el país a través del modelo neoliberal de Alfredo Martínez de Hoz, el cual profundizó el desempleo, la inflación, la pobreza y la deuda externa.
España ‘ 82 fue la competencia en donde Italia salió campeón. Se recuerda al “partido de la vergüenza” entre Alemania Federal y Austria que empataron 0 a 0 para dejar a Argelia afuera de la clasificación. Esto evidenciaba los partidos arreglados y la impunidad al servicio de los beneficios económicos que reportaban las selecciones poderosas contra las débiles.
Más allá del aspecto deportivo, en el cual la selección albiceleste fue eliminada en la segunda fase al ser derrotada por Brasil e Italia, y que su máxima figura Diego Maradona (jugador de Boca Juniors) no pudo desplegar su genio futbolístico; nuestro país estaba en guerra de Malvinas contra Gran Bretaña (también participaron la OTAN y Estados Unidos). En pleno conflicto, Argentina decidió participar en el mundial y gran parte de la sociedad estaba más pendiente de los partidos que lo que sucedía en el sur. Un ex combatiente dijo que escuchaba con dolor como una radio argentina transmitía el mundial mientras ellos peleaban por la patria. Fue la última guerra realizada durante la Guerra Fría y su derrota influyó en el retiro de la dictadura y el retorno de la democracia.
En 1986 México organizó por segunda vez una Copa Mundial. Argentina fue nuevamente campeón acompañada por su máxima estrella Diego Maradona (jugador del Nápoles de Italia). La victoria ante Inglaterra fue tomada por muchos como una “revancha” por la guerra de Malvinas, acentuada por los dos goles del genio, si bien uno con trampa y el otro como una obra de arte. Esta actitud demuestra la ingenuidad, ligereza, ignorancia e injusta percepción de un evento deportivo y un conflicto bélico.
Previo al evento y a causa de los malos resultados del equipo nacional, el gobierno alfonsinista y los medios periodísticos hegemónicos, como Clarín, presionaban para que renunciara el DT Carlos Salvador Bilardo. Este estaba protegido por el presidente de la AFA Julio Grondona, razón por la cual permaneció en su puesto. Cuando regresaron los campeones mundiales al país, el presidente los recibió en la Casa Rosada y el multimedio les dedicó infinidad de elogios. La derrota tiene huérfanos y la victoria muchos padres, además de oportunistas y gatopardistas.
Aquél mundial marcó la presencia de barras bravas argentinas en México. Fueron financiadas con la complicidad de dirigentes deportivos, políticos y sindicalistas y estaban protegidos políticamente porque eran “mano obra” para aquellos.
Italia 1990 fue el último mundial disputado en la Guerra Fría. Un año antes había caído el Muro de Berlín y al siguiente se disolvería la Unión Soviética, razón por la cual fue su última Copa. El mundo entraba a una etapa de hegemonía de Estados Unidos, quien tuvo vía libre para invadir a países según sus intereses políticos y económicos. Esta Copa fue recordada como la que tuvo una de las mejores canciones del mundial. “Un State Italiana”.
Argentina llegó a la final y perdió contra Alemania Federal, con un polémico penal sancionado en su contra. La figura del conjunto argentino fue el arquero suplente Sergio Goycochea de River, por sus atajadas en los penales contra Yugoslavia e Italia. Maradona fue clave para la épica victoria y eliminación del eterno rival Brasil en octavos de final. Era una alegría en el preludio del desbarranco que significó el plan económico neoliberal “convertibilidad” del presidente peronista Menem, el cual llevó a la peor crisis económica y social de la Argentina en el siglo XX y hasta la actualidad.
Estado Unidos llevó a cabo la decima quinta edición del Mundial en 1994. Su designación significó abrir el mercado futbolístico a uno del los países más poblados del mundo y con grandes sponsors, como Coca-Cola.
Hasta ese momento, el fútbol -llamado como en la actualidad “soccer”-, era un deporte minoritario y relegado por otras pasiones, por ejemplo el fútbol americano, básquet y béisbol. Estas son disciplinas que utilizan preponderantemente las manos.
Brasil se consagró tetra campeón y brilló con Romario y Bebeto. El nuevo orden mundial pos Guerra Fría se reflejó con la participación de Rusia, país que conformó y lideró a la Unión Soviética.
La FIFA sobrevivía en las ex naciones comunistas, lo que manifestó su mayor fortaleza que esa ideología. El ruso Oleg Salenko hizo cinco goles en un partido y es hasta hoy el máximo goleador de un encuentro.
Argentina comenzó muy bien pero el doping positivo de Maradona por efedrina deprimió al equipo y fue eliminado por Rumania en los octavos de final por 3 a 2. El astro argentino manifestó “me cortaron las piernas”, en alusión al supuesto fraude del resultado del dopaje. En ese me momento Maradona era casi una voz en el desierto que denunciaba la corrupción de la FIFA presidida por el brasilero Joao Havelange. La entidad no perdonaba a los díscolos ni a quien se interponía en sus negocios, (en 2013 el dirigente tuvo que renunciar a su cargo honorífico por se comprobó que recibió sobornos durante su gestión). Tampoco fue benévola con el intento del astro argentino de conformar un sindicato de jugadores a nivel mundial. Como represalia a los sponsor que apoyaban al gremio, la institución no les permitía hacer publicidad en los diversos campeonatos.
Algunos de los integrantes del equipo nacional lucraban con sponsors en las conferencias de prensa, las cuales en su mayoría se daban a medios porteños. Para la clasificación agónica en el repechaje contra Australia, se “resucitó” a Maradona, luego de la bochornosa derrota en el Monumental de River contra la estelar Colombia por 5 a 0. A muchos les dio más vergüenza semejante paliza deportiva que el hundimiento del país por el programa económico menemista.
El negocio en nuestro suelo se había potenciado con la codificación del fútbol a través de la empresa TyC Sports, mediante un contrato con la AFA. Esta entidad, liderada por Grondona desde 1979 y elegido ininterrumpidamente hasta 2014, año de su fallecimiento, construyó su poder caudillesco a través del control del dinero para los clubes.
Francia 1998 fue la cita ecuménica. El equipo galo levantó la copa y se destacó su figura de padres de Argelia -ex colonia francesa- Zinedine Zidane. El equipo multirracial francés se mostró como un ejemplo de convivencia en su país, en donde los negros y musulmanes, entre otros, eran considerados ciudadanos de segunda en comparación con los blancos europeos.
Los “blues” derrotaron a Brasil en la final 3 a 0. Allí jugó la estrella Ronaldo, quien estaba enfermo y fue obligado a jugar por exigencias contractuales de publicidad. Esto evidencia las grandes presiones económicas que condicionan y relegan a un segundo plano al fútbol, porque el equipo sudamericano jugó en desventaja.
El negocio se multiplicó ya que participaron 32 selecciones, en su mayoría europeas (15), seguidas por casi la mitad (8) de América y muy alejadas de África (5) y Asia (4). La expansión del deporte se consolidaba en casi todos los continentes y el rédito por derechos se hacía más suculento. Pero no se perdió la hegemonía de los europeos. Dentro de éstos, debutó un país surgido de la disolución de Yugoslavia: Croacia.
Argentina-que estaba en la era pos Maradona- fue eliminada en cuartos de final por Holanda y el sentimiento de frustración de apoderó de los hinchas albicelestes. Como casi siempre, el sentimiento de superioridad de los argentinos previo a un mundial no se pudo demostrar, por ejemplo, el goleador Gabriel Batistuta o el habilidoso Ariel Ortega decepcionaron.
Nuestro país estaba sumido en la “convetibilidad” -apoyada electoralmente por la sociedad- que hacía valer artificialmente 1 dólar a 1 peso. Este bajo valor de la moneda estadounidense permitió a muchos argentinos viajar, incluidos los infaltables barras, pero la burbuja financiera explotaría tres años después.
En 2002 se congregó la cita mundialista en Asia. Por primera vez, dos países de ese continente realizaron la Copa: Corea del Sur-Japón. El capitalismo y el mercado asiático sin límites fueron un buen incentivo para ampliar las fronteras y billetera de la FIFA. En este sentido, y de la mano de la tecnología, hizo su presentación la TV HD, previo pago del canon para su utilización. Todo lo que la entidad tocaba se convertía en oro.
Era el apogeo del suizo Josep Blatter como presidente, elegido en 1998. En un aparente segundo lugar, Julio Grondona hacía lo propio. Juntos, y con otros, fueron los mayores delincuentes -comprobado posteriormente por la justicia de Estados Unidos- del fútbol mundial. Pero en ese tiempo eran más poderosos que muchos jefes de Estado. Uno de sus cimentos eran las suculentas pautas publicitarias y contratos a cadenas deportivas de televisión, entre otras.
Los cariocas ganaron por quinta vez la edición en un estadio nipón contra Alemania por 2 a 0. Argentina no pasó de la primera fase. Fue su peor participación mundialista. El técnico Marcelo Bielsa fue el centro de todas las críticas y señalado como máximo responsable. El lobby periodístico de Buenos Aires, conformado por opinólogos y mercaderes de la información, propuso a innumerables sucesores. No le perdonaban a Bielsa su estilo democrático y federal de dar entrevistas a todos los medios del país, sin tener en cuenta su dimensión y si eran de la capital o del interior.
La décima octava edición copera se hizo en Alemania. Se batió records de espectadores en el mundo (más de 3.000 millones en 207 países). Italia ganó la edición al vencer a Francia por penales y obtuvo su cuarto trofeo. En ese partido dirigió el argentino Horacio Elizondo, consagrándose el mejor del mundial.
La albiceleste fue dirigida por José Pekerman. Sus éxitos en los seleccionados juveniles le dieron la merecida chance mundialista y revirtió la oposición de la corporación mediática que proponía técnicos de renombre contra el otrora desconocido entrenador. Fue eliminada por el local en cuartos de final por definición de penales tras empatar 1 a 1. Había sido el debut mundialista de Lionel Messi (jugador del Barcelona de España).
Sudáfrica 2010 fue la sede en África, siendo el primer mundial que se jugó en ese continente. En esto se ve la importancia del fútbol africano como aportante de votos en los congresos de la entidad y consumidores.
Aquella competencia ecuménica estuvo resaltada por la presencia de Nelson Mandela, ex presidente sudafricano y Premio Nobel de la Paz. Fue el primer magistrado negro y uno de los importantes políticos que logró dar fin al Apartheid, política racista de las minorías blancas en aquella nación.
Fue el récord de equipos que participaron en las eliminatorias en los cinco continentes (204). España fue el ganador, derrotando a Holanda por 1 a 0. Argentina estuvo dirigida por Diego Armando Maradona. Pero sus dotes de futbolista no fueron iguales a la de técnico. Perdió por goleada 4 a 0 contra Alemania en cuartos de final.
El último mundial (20°) se dio en tierras americanas tras casi tres décadas después. Brasil fue el anfitrión por segunda vez. En su organización, que demandó modernizar su infraestructura, se hicieron denuncias por corrupción y obras inconclusas. Esto último puso en riesgo su concreción en la tierra carioca. Tuvo la oposición de muchos ciudadanos porque el gobierno de Dilma Rousseff aplicaba una política de ajuste y se consideraba un derroche los fondos públicos utilizados para el evento. Las redes sociales y aplicaciones debutaron masivamente como medios alternativos y complementarios. De esta manera, se amplió enormemente el público y se obtuvo una nueva fuente de recaudación por publicidad.
El campeón fue Alemania y se convirtió en el primer país europeo de consagrarse en América. Eliminó humillantemente al local por 7 a 1 en la semifinal y venció en la final a Argentina 1 a 0. El equipo argentino estaba dirigido por Alejandro Sabella y Messi fue su principal esperanza y estrella, además del arquero Sergio Romero. Pero en un país donde el exitismo prima y el segundo “no existe”, tal podio no tuvo la importancia ni el reconocimiento merecido.
En 2017 se destapó el escándalo por pago de sobornos, como en la venta de derechos de transmisión a empresas de televisión, como Fox Sport de Estados Unidos, O Globo de Brasil y Televisa de México, corrupción y tráfico de influencias en las máximas autoridades de la FIFA, incluidas las sudamericanas, por ejemplo Julio Grondona. Por esta razón, tuvo que dimitir su presidente Joseph Blatter y hasta la ex estrella francesa Michel Platini, entre otros. Como se ve, la delincuencia trasciende nacionalidades y evidencia la utilización de la institución para beneficios personales o empresariales. Demás está decir de la hipocresía de los implicados porque mientras promovían el Fair Play, jugaban sucio.
A estos ilícitos, se suman sospechas de sobornos a algunos congresales de la FIFA para elegir la sede Qatar en 2022. En esta trabajan esclavos asiáticos y africanos indocumentados u obtenidos por trata de personas en la construcción de los estadios ultramodernos y del futuro que proporcionan mano de obra explotada y hacinada.
El negocio multimillonario del fútbol resulta obsceno comparado con el ingreso diario de las personas pobres en el mundo. Mientras que para el primer caso, por ejemplo, se pagó 222 millones de euros por el pase del brasilero Neymar del Barcelona al París Saint Germain, en el segundo, apenas se alcanza menos de 0,50 centavos de dólar para sobrevivir. En muchas ocasiones, en las transferencias se blanquea dinero de paraísos fiscales, narcotráfico y venta ilegal de armas.
La corrupción estructural atraviesa al fútbol, como arreglos de partidos entre equipos o árbitros, pagar para hacer entrevistas, jugar o dirigir, hacer coimas en transferencias, etc. Además, la farandulización de cada vez más programas y periodistas deportivos degradan el nivel cultural. Detrás de los escenarios y trajes elegantes, se visualiza la putrefacción intelectual basada en el chimento y no en el periodismo. Demás está decir que en esos programas están los mejores estrategas y definidores de la teoría que nunca se corroborará en la realidad. Todo esto contribuye también a la alienación del público. La suma de estos aspectos negativos manifiesta la mercantilización del fútbol, cosificando y poniendo un precio monetario al mismo y a las personas que lo practican.
Los derechos de autor y marca registrada significan fabulosas sumas de dinero que ingresan a las arcas de la FIFA. El merchandising diversificado, por ejemplo banderas, video juegos, figuritas de jugadores, mascota, etc., es acompañado por el de las empresas, como indumentaria deportiva -donde rivalizan Adidas y Nike-, comida, bebida y comunicaciones. Los abultados beneficios quedan en manos de la entidad y no se reparten equitativamente en los países organizadores.
Paralelamente a estos hechos negativos, el fútbol en general y la FIFA en particular son una alternativa a los problemas sociales, como la delincuencia y la drogadicción, principalmente en los sectores más vulnerables. El desarrollo de campeonatos de ambos géneros en diversas edades y capacidades, además de mejores oportunidades de vida y mejoramiento de infraestructura, reflejan aspectos significativos y positivos. Su juego colectivo es sinónimo de valores, como la integración y el trabajo en conjunto. El actual presidente suizo Gianni Infantino, desde la sede en Zúrich y recorriendo el mundo, busca mejorar la imagen y transparentar el accionar de la institución ecuménica con criterios de empresa multinacional, incluida sus propias leyes, las cuales están por encima de los tribunales de los países miembros, so pena de desafiliación.
El mundial de Rusia comenzó, nuevamente se batirá récord de espectadores en el mundo y posiblemente de ganancias para la FIFA. Debutará el VAR (videoarbitraje) y la primera mujer árbitro (juez asistente).
Estos avances tecnológicos y sociales se combinan con la pasión de las multitudes de uno de los deportes más hermosos del planeta, capaz de hacer olvidar -aunque sea por un momento-, sus propios padecimientos y levantar su ánimo con alegría y esperanza.